martes, 10 de diciembre de 2019

Un momento, yo no quiero “hombres buenos”

26/11/2019 en Doce Miradas
 
Cada año alrededor del 25 de noviembre, se suceden las campañas institucionales por el Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres, con sus presentaciones oficiales, sus videos, sus carteles, rotulaciones de marquesinas y autobuses, merchandising etc ad nauseam… y como no podía ser de otra manera, cada año llega el momento de opinar sobre el acierto o desacierto de las mismas.
Al igual que las repetitivas campañas de la dirección general de tráfico que buscan reducir las muertes en la carretera utilizando diferentes estrategias comunicativas para llegar a nuestros corazones, nuestra conciencia o nuestro sentido de la responsabilidad, también en esto de la violencia de género, me imagino la tarea de las agencias de comunicación de intentar acordar un enfoque y dar con el eslogan o lema perfecto que logre “persuadir”. Siempre nos quedará en la memoria “Si bebes, no conduzcas”.

Podría darse una conversación como esta:

— ¿Dónde ponemos el foco, en las mujeres, “las víctimas”? ¿En los hombres, los “victimarios”?
— ¡Hay que hacer algo diferente! Este año vamos a poner el foco en ellos, porque ya está bien de señalarles siempre a ellas. Los hombres tienen que saber que la violencia no es un problema de las mujeres, sino un problema de ellos cuyas consecuencias sufren las mujeres. No son ellas las que lo tienen que solucionar, sino ellos.
(Hasta aquí no vamos necesariamente mal, véase esta campaña Argentina que se hizo viral el año pasado.)
— Vale… ¿Pero eso de “victimarios”…? Suena fatal. No va a funcionar porque a nadie le gusta que le llamen machista. Al contrario, tenemos que conseguir que los hombres “compren” el mensaje, que sea en positivo.
(Como escribe esta semana Javier Lopex, “la solución pasa por desarmar – de acciones y argumentos– a quienes agreden”. ¿Pero qué argumentos utilizamos para desarmarles de argumentos?)
— ¿Qué tal suena “Queremos hombres buenos”?
— Mejor todavía, ¿qué tal “Queremos tíos buenos”? (Campaña 25N Diputación Foral de Bizkaia)


Antes de entrar en lo que está ocurriendo aquí, déjame decir que pretender que un hombre resulte más atractivo por el mero hecho de no maltratar, hacer un juego de palabras entre “buen tío” y “tío bueno”, entre “estar bueno” y “ser bueno”, es absurdo, cuando no ofensivo. ¿Esto es un argumento? Solo falta que veamos camisetas en ZARA MAN del tipo “soy feo, pero no maltratador” o perfiles con la frase “No temas, soy un tío bueno” en Tinder. Qué tendrá que ver el tocino con la velocidad.

Pero al grano. Aquí lo que ha pasado es que hemos entrado en la clásica retórica de persuasión llamada “moral reframing”. Básicamente, consiste en reenmarcar un problema político en términos del bien y del mal, una suerte de “truco psicológico” para convencer sobre una posición sin necesidad de análisis. Este argumento apela al comportamiento moral individual para solucionar un problema político colectivo. El primer problema de este argumento es que la violencia de género no tiene que ver con la catadura moral de su protagonista sino con su posición sociocultural dominante.
A nivel puramente comunicativo, es una propuesta que cumple su propósito de no incomodar, lo cual es en sí mismo un problema (el segundo problema de este argumento), ya que nadie puede permanecer en la comodidad cuando comprende la verdadera dimensión de la violencia machista.  Es un argumento comodón, precisamente porque nos ahorra tener que enfrentarnos a cuestiones tan pesadas como la profundísima influencia machista que todavía permea toda nuestra historia, cultura y sociedad. Esa cultura, llamada patriarcado,  por la que según la interpretación social de los genitales con los que nacemos tendremos unas u otras posibilidades y prerrogativas de poder, autonomía y libertad.




 La violencia machista (contra las mujeres y el colectivo LGBTQi) no surge repentinamente por la maldad de un individuo. Al contrario. Se produce por la correcta interpretación que ese individuo hace del mandato tradicional masculino de reservar para sí la función y el poder de vigilancia sobre el orden social, y para ello tiene el derecho, cuando no la obligación, de recurrir al “castigo” si lo considera necesario, en aras de preservar ese orden.

Dejemos las disquisiciones sobre la subjetividad de la virtud y la moral absoluta para la filosofía y las religiones: ¿Robar es malo, aunque tengas hambre? ¿Mentir es pecado, aunque sea para ahorrarle a alguien un disgusto? ¿La violencia es intolerable o a veces necesaria?
La violencia de género no se debería abordar como un argumento filosófico, sino como un sistema social que ha funcionado durante siglos. Ante esta realidad, pedir “tíos buenos” es un tratamiento demasiado superficial.



El diablo mismo es bueno cuando está contento. Thomas Fuller

El tercer problema de este argumento es que no es efectivo. “Sean ustedes buenos.” ¿Ustedes quienes?¿Quién se va a dar por aludido? Pocos o ningunos. Porque nadie se tiene por malo.
Dudo que cualquier hombre no sepa que controlar, abusar, humillar, agredir, insultar, matar es malo. Cuando aparecen estas “maldades” suelen motivarse por el comportamiento de la víctima. “No la estoy controlando, es que sé que me está poniendo los cuernos”; “No la insulto, es que está muy subidita”; “No es agresión, es que me estaba provocando.”



El cuarto problema con el argumento “buenista” es que no es innovador. Más bien todo lo contrario. Es lo de siempre. Es continuar pensando que cuando una mujer sufre maltrato, es porque ha tenido la mala suerte de toparse con un “hombre malo”, una especie de anomalía a la buena educación y la decencia. A esos “hombres malos” lo que les pasa es que se les ha ido la pinza, han bebido, o “sufren” de alguna otra circunstancia que acaba siendo, cuando no un atenuante, directamente una justificación. Nos permite concebir que el solo acto de no humillar, no agredir, no asaltar, no controlar, se llega a la categoría extraordinaria de virtud. Porque pudiendo ser malo, eres bueno. ¡Admirable!

Confieso que no he intercambiado opiniones con compañeros hombres, el “target” de esta campaña, pero intuyo que más de uno no se sentirá atraído por cierto tono paternalista, condescendiente y simplón. La vida es un poco más complicada.

Últimamente estoy viendo esto de los “hombres buenos” en varios contextos, sean libros, campañas, o conversaciones. Ojo, comprendo la dificultad de “convencer”, sea individual o colectivamente, a quienes están en posiciones de poder, y no, no tengo la receta mágica. Es más, afirmo que tal posibilidad no existe.

La raíz de la violencia de género no está en la capacidad de bondad humana. Está en la desigualdad del valor social ente lo masculino y lo femenino, en la desigualdad de poder, y por tanto debe tener una lectura, una interpretación y una solución política, no ideológica, ni mucho menos moralista.

Espero que la frase «queremos tíos bueno» no quede en nuestra memoria.

Fuente: http://docemiradas.net/un-momento-yo-no-quiero-hombres-bueno

miércoles, 6 de marzo de 2019

NO AL MACHISMO Canción en música campesina, con mensajes que invitan a los hombres a eliminar el machismo


Producida en el marco del proyecto Territorios de Paz libres de violencias contra las mujeres y las niñas, por la Corporación #HombresEnMarcha, con el apoyo de #ONUMujeresColombia, la Gobernación de Nariño y el Fondo multidonante para el posconflicto. #Policarpa

lunes, 14 de enero de 2019

Enrique Stola: "Los violadores no son enfermos, la violación es una práctica cultural que se produce en todo el mundo"

El reconocido médico psiquiatra alertó sobre las dificultades con las que se encuentran las mujeres que denuncian abusos y analizó el fenómeno de los ataques sexuales grupales



En los últimos días se conocieron diversos casos de violaciones grupales en diferentes puntos del país que conmovieron a la Argentina. Para el médico psiquiatra Enrique Stola, se trata de una práctica en la que los hombres por lo general "se miran entre sí".

El experto, que es psiquiatra y psicólogo clínico y suele definirse como "feminista, activista político y de derechos humanos", actuó en varios casos de abuso como perito, intenta dar un marco a un fenómeno que, según su visión, "es una práctica cultural que se produce en todo el mundo".

"Los machos se miran entre sí, no les importa lo que sienta la mujer", afirma en diálogo con Infobae y agrega: "Sí les importa que haya humillación, aplaudirse entre sí, contarlo, que puedan volver a repetirlo porque es un ritual que lo fortalece a ellos como grupo".

-¿Desde qué momento, históricamente, se empieza a hablar de violación?

-Creo que es un término que cobra trascendencia gracias a las feministas en el mundo. En la década del '60 fueron las mujeres feministas, las compañeras norteamericanas las que hicieron visible cómo la violencia hacia las mujeres sucedía adentro de sus propias casas, y además hicieron visible lo que era el abuso sexual y la violación de las amas de casa, de las mujeres confinadas en sus casas para atender a la familia, ese gran proyecto de los monoteísmos, y del capitalismo. A partir de eso, de la revolución sexual, comienza a hacerse muy notable la violación como práctica sexual masculina y se comenzó a hablar de la cultura de la violación.

-Pero la violación no es pura y exclusivamente sexual.

-En la medida en que los varones hemos sido sociabilizados de tal forma que suponemos que tenemos que tener el control de todos los espacios y los cuerpos pasamos gran parte de nuestras vidas controlando cuerpos y violando sus espacios.Hay una inmensa cantidad de varones que, además de violar espacios con el control, violan cuerpos, de mujeres, de niños, niñas, y también de otros hombres.

-¿Es una patología, un trastorno psicológico?

-No es una patología. Si lo fuera, a través de test podríamos hacer diagnóstico preventivo y decir: "es un abusador". Cuando se descubre un violador, porque es una mínima cantidad la que se descubre, se puede hacer una evaluación diagnóstica y se dice que no hay control en los impulsos, canaliza la angustia de esta forma, etcétera. Pero otra persona con ese mismo resultado en un psicodiagnóstico no es violador. No son enfermos y es una práctica cultural que se produce en todo el mundo.

En la medida en que los varones hemos sido sociabilizados de tal forma que suponemos que tenemos que tener el control de todos los espacios y los cuerpos pasamos gran parte de nuestras vidas controlando cuerpos y violando sus espacios

-¿Episodios concretos?

-Los soldados, cuando avanzan sobre un territorio, saben que perjudicar a otros hombres es violando a las mujeres. Lo hicieron los yanquis, los rusos, en la guerra de los Balcanes, se siguen produciendo en todos los conflictos como método de tortura. Lo sufrieron las presas políticas en Argentina. La sociedad patriarcal nos produce como hombres, como mujeres y otros cuerpos disidentes LGTBIQ. Modela nuestro cerebro, enseña cómo son las jerarquías y cómo hay cuerpos privilegiados, que son los de los hombres, y cuerpos subordinados, que son los de las mujeres y los del movimiento LGTBIQ que son feminizados por el patriarcado.

-¿Cómo se expresa?

-En la socialización de cada varón, en la educación, en que los espacios y los poderes son gestionados por los varones. Hablamos de dominación masculina que viene desde hace mucho tiempo porque si tomamos la sociedad occidental y los cambios socioeconómicos, en el feudalismo, la dominación era masculina. En el capitalismo de estado era masculino, en el capitalismo de estado de bienestar era masculina, en los estados socialistas era masculina y en el neoliberalismo es masculina. Los hombres manejamos, gestionamos todos los espacios de poder.

-¿Y la socialización cómo opera?

- Una cantidad de hombres muy importantes en el mundo avanza en esa socialización y dice "estos cuerpos nos pertenecen totalmente y podemos hacer lo que se nos antoja". Entonces castigamos y nos divertimos. Puede ocurrir como ese violador solitario que hace unos meses atrás violó a una jovencita y dijo "para que aprenda a que no tiene que estar sola a estas horas de la noche".

La sociedad patriarcal nos produce como hombres, como mujeres y otros cuerpos disidentes LGTBIQ. Modela nuestro cerebro, enseña cómo son las jerarquías y cómo hay cuerpos privilegiados, que son los de los hombres, y cuerpos subordinados, que son los de las mujeres y los del movimiento LGTBIQ que son feminizados por el patriarcado

- Aleccionando.

- Aleccionando, moralizando, como investigó Rita Segato y otras investigadoras feministas. Porque todo lo hemos aprendido gracias a ellas, no a los investigadores hombres. Hay otro tipo de violaciones, las correctivas, para "enseñarle" que se goza con la heterosexualidad obligatoria que existe en todo el mundo. Y violaciones como las que van detrás del comentario "ésta dice que no le gusta, pero bien que le gusta que nosotros estemos sobre ella". Mientras tanto, los machos se miran entre sí, no les importa lo que sienta la mujer. Sí les importa que haya humillación, aplaudirse entre sí, contarlo, que puedan volver a repetirlo porque es un ritual que lo fortalece a ellos como grupo.

-Rita Segato habla mucho de eso y de cómo la violación es un juego de machos entre machos.

-Exacto. Lo que pasa es que se da en la violación pero también en la práctica cultural cotidiana. Cuando vemos un grupo entre tres o cuatro hombres o dos en donde pasa una mujer y le dicen cualquier cosa, no les importa lo que siente la mujer, lo que importa es que el otro macho responda y se sonría. Y se sienta creativo y vivo como macho y ahí están demostrando su potencia ellos.

-¿En qué generación se empezará a desarmar esto?

-Por un lado se viene desarmando, gracias al amplio movimiento de mujeres y a los feminismos, y también a la lucha del movimiento LGTBIQ, porque eso produce resquebrajamiento y somos muchos los hombres que no adherimos a ese tipo de visión. Pero hacia las nuevas generaciones uno tiene que preguntarse ¿a quién beneficia que todo siga como está? Beneficia a los sectores que tienen el poder.


-¿Cuáles son esos sectores?

-Los que tienen el poder de la dominación masculina y sus instituciones, las religiosas, políticas, los diferentes tipos de iglesias, y en occidente a la iglesia católica con su poder político. Estas organizaciones de machos son las beneficiadas, que se oponen a la educación sexual integral, a que a niños y niñas puedan ponerle palabras a su crecimiento, a su cuerpo, y que puede generar nuevas configuraciones sociales y nuevas formas democráticas de estar con otros cuerpos y respetarlos.

¿Esa ruptura puede empezar con la Ley de Educación Sexual Integral, que no se aplica?

– Con la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral y con la continuidad de lo que está produciendo el movimiento de mujeres. Hay algunos filósofos europeos que dicen que la revolución no es posible, algún filósofo especialista en Heggel que anda por Alemania. Esto lo puede decir gente que no tiene idea de lo que son los movimientos sociales, ni de lo que está produciendo el movimiento de mujeres en el mundo, que es un cambio revolucionario sin muertos, sin heridos. Están modificando las relaciones sociales, las formas de relacionarse entre hombres y mujeres y LGTBIQ.

-¿Cómo se puede graficar esa modificación?

-Los hombres no hemos cambiado haciendo cursos ni leyendo libros. Hemos cambiado históricamente porque las mujeres dijeron "no" y "basta".

Lo que está produciendo el movimiento de mujeres en el mundo es un cambio revolucionario sin muertos y sin heridos

-¿Qué lugar tiene el punitivismo y qué pasa con la justicia en el caso de las violaciones?

-Está claro que el aumento de penas no sirve para nada. Supongamos que de cien violaciones y abusos sexuales, solamente se esclarecen cinco por ciento. Si aumentás las penas en ese cinco por ciento, no modifica el panorama. Solamente a muchos que piden ojo por ojo y diente por diente los deja tranquilos. El Poder Judicial, que es el más conservador en todos los países, lo que conserva es el poder masculino. Si bien se rige por las leyes que se producen en el Congreso, todavía seguimos eligiendo varones que son conservadores y machistas y mujeres, muchas de ellas absolutamente colonizadas por el patriarcado, que responden a esos patrones.

-¿Por ejemplo?

-A las compañeras feministas, los partidos, por más "progres" que parezcan, les dan muy poco espacio. Pero aún así necesitamos que haya más mujeres en el Congreso y en esta democracia que tenemos, y que se produzca mayor resquebrajamiento dentro del poder judicial porque es hegemónicamente machista pero hay algunos sectores que trabajan bien, que tienen una perspectiva de género y empatizan con la víctima y tratan de ajustarse a derecho. Lo que llamamos Justicia normalmente, que es hegemónicamente patriarcal, lo que hace es aplicar sus conceptos religiosos y su visión machista de lo que son las relaciones entre hombres y mujeres.

-¿Cómo ve el rol de los medios de comunicación en el tratamiento de los temas como la violación? ¿Existe la posibilidad de contagio?

-No creo que haya contagio, lo que creo es que las mujeres cada vez están más fortalecidas, y las víctimas tienen un contexto en donde se dan cuenta de que van a ser escuchadas por otras mujeres, y por organizaciones de mujeres. Hoy se atreven a denunciar más. Lo que pasa es que nos encontramos con un Poder Judicial que no ha cambiado lo que tiene que cambiar. Y no facilita que todas las mujeres que han denunciado y que vienen denunciando en las redes sociales se acerquen al poder judicial y denuncien.

-¿Por qué?

-Porque el acceso a la Justicia por parte de las mujeres está limitadísimo. Si sos de clase media alta o clase alta, podés pagar un buen abogado y tenés necesidades básicas satisfechas, podés acceder mucho más rápidamente. Pero aquellas que son de otro sector social, no. O sea: hay un problema de clase, hay un problema de racismo, hay varios problemas que impiden a las mujeres acceder a la Justicia.

Los hombres no hemos cambiado haciendo cursos ni leyendo libros. Hemos cambiado históricamente porque las mujeres dijeron ‘no’ y ‘basta’

-El punitivismo en sí mismo no mejora la condición de lo que está pasando.
-No mejora la condición, pero no tengo muy claro debería estudiar un poco más el tema. Pero me parece que la punición que hay al acoso callejero es súper suave, casi un tirón de orejas y un llamado de atención. Eso no le va a joder la vida a nadie.

-Nadie va a dejar de instrumentar el acoso callejero por la pena que se le va a aplicar.

-Más bien pienso que es un llamado de atención que instala el tema. Pero, sobre todo, las mujeres se sienten con mayor empoderamiento, saben que eso está mal y que hay una legislación que las protege, pero además, los machos saben que ya no pueden acosar impunemente.

-¿Algún momento que recuerde en torno a ese debate?

-Cuando surge la primera manifestación de Ni una menos y los debates que se daban, estábamos hablando en varios programas sobre los asesinatos machistas y saltaba el tema del piropo. Yo me preguntaba: ¿por qué razón pasarán de ahí al piropo? Y me sorprendía en que algunos periodistas de distintas ideologías coincidían en que "una palabra agradable no la tiene que ofender a una mujer". Ahí me di cuenta cómo el piropo y el acoso callejero es un instrumento de control de los varones.

-Es una violación, también.

-Claro, como lo ejercían en el espacio público que era masculino y se daban cuenta de que ya no iban a poder circular impunemente como jueces que dicen cualquier idiotez sobre la mujer. Lo pueden hacer pero como pasó en Tucumán que una jovencita paró su bicicleta frente a un taxista y le dijo "chabón, repetí lo que estás diciendo". Estos tipos que circulan impunemente le tienen pánico al ridículo, son muy machos en la medida en que el cuerpo está sometido, pero si pierden un poco de poder, se asustan.

Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2019/01/13/enrique-stola-los-violadores-no-son-enfermos-la-violacion-es-una-practica-cultural-que-se-produce-en-todo-el-mundo/


martes, 18 de diciembre de 2018

Qué puedes hacer para acabar con la violencia machista si eres hombre

18 de diciembre de 2018

Grafitti urbano de Smug
Conozco a muchos compañeros que están horrorizados con los últimos acontecimientos, y con las últimas cifras sobre la violencia machista publicadas por la ONU el pasado 25 de Noviembre, pero muchos no saben cómo contribuir a la lucha contra el patriarcado, o cuál podría ser su papel en este movimiento contra la violencia machista.

Hay muchas cosas que puedes hacer, aquí os dejo algunas ideas para empezar a trabajar:

- Trabajarte personalmente: hacer autocrítica constante con uno mismo. Ponle atención a la manera en como te relacionas con las mujeres que hay en tu vida: tus compañeras de estudios o trabajo, tu madre, tus hermanas, tus hijas y demás mujeres de tu familia, tus ligues o tu pareja, tus vecinas del barrio, o las camareras de los bares que visitas. Observa tus privilegios y la forma en que te beneficias de ellos, tu forma de cortejar y ligar, tu forma de tratar a tus compañeras sexuales y sentimentales, y la manera en que hablas de las mujeres en público. Analiza la manera en que gestionas tus emociones y resuelves conflictos, la forma en la que ejerces tu poder, la manera en que te beneficias de los cuidados que recibes de las mujeres que te quieren, Es un trabajo para toda la vida: constantemente tenemos comportamientos patriarcales y machistas, y la mayor parte de las veces no nos damos cuenta. Una vez que los identificas, puedes empezar a hacer cambios en tu vida cotidiana y en tu forma de relacionarte con nosotras.

- Trabajar en grupo: puedes juntarte con más hombres que estén trabajando sus patriarcados, y que tengan ganas de poner su granito de arena en una de las luchas políticas más importantes del siglo XXI. Podéis formaros, leer juntos, debatir, hacer talleres, y salir a las calles para protestar y para pedir a los gobiernos y a la sociedad que pongan la violencia machista en el centro de su agenda política.

- Evitar ser cómplice En tus reuniones con hombres: no le rías la gracia a los machistas, no le sigas el juego a los hombres de tu entorno que no se trabajan el machismo, y prestales tus gafas violetas: si les das tu punto de vista en vez de quedarte callado, puedes ayudar a muchos del grupo que piensan como tú y no se atreven a cortar el rollo a sus amigos. Y puedes lograr que tus amigos se hagan preguntas y empiecen también a trabajarse.

- Lee y escucha a las mujeres que llevan años estudiando y luchando en el movimiento feminista, puedes aprender mucho de ellas. El feminismo es una teoría y también un movimiento social, y como en la escuela no nos hablan de ello, tienes que ser autodidacta y aprender por tu cuenta. También puedes hacer cursos sobre feminismo y masculinidades, asistir a charlas y conferencias, y formar grupos de estudio feminista con otros hombres.

- Trabaja tu victimismo: es lógico que muchos hombres se sientan atacados y se enfaden porque todo está cambiando y no pueden hacer nada para que todo siga igual. Cuando te tocan tus privilegios, es hasta cierto punto normal que quieras seguir teniéndolos. El feminismo no es un discurso de odio contra los hombres, lo que trata es de poner el foco en la masculinidad patriarcal que domina el planeta y asesina mujeres cada cinco minutos en todo el mundo. Aunque vosotros también sufris vuestras opresiones, todas vienen del patriarcado, no del feminismo: el feminismo es un movimiento de liberación, y vosotros también estáis incluidos, pero no sois los protagonistas. Os necesitamos más como agentes del cambio que como lideres de un movimiento de mujeres.

- Educa a tus hijas e hijos sin machismo: asume de una vez tus responsabilidades domésticas, de crianza y cuidados. La única manera de enseñar la igualdad a tus descendientes es que la vean en casa, y que tú des ejemplo con tus acciones, no sólo con tus discursos. Eres el representante de las nuevas masculinidades y las nuevas paternidades, da lo mejor de ti en esta tarea.

- Trata bien y cuida a tus parejas, sean parejas formales o informales, sean parejas de una noche o de cien noches. Construye relaciones sanas e igualitarias con tus compañeras.

- Trata bien a las desconocidas también: no ejerzas acoso sexual en la calle y en los espacios públicos.

- No alquiles mujeres para tu placer sexual o tus necesidades reproductivas. No explotes mujeres pobres y no te aproveches de tu poder económico para obtener favores sexuales.

- Sé honesto contigo mismo para hacer una revisión de todas las ocasiones en que te has aprovechado de tu condición de hombre, las veces que has hecho daño a las mujeres, las veces en que has ejercido la opresión sobre ellas, y la forma en que el patriarcado te ha oprimido a ti. Si tienes que perdir perdón a alguien, hazlo. Te sentirás mucho mejor.

- Ten empatía para poder ser solidario y pregúntate a diario cómo es ser mujer en un mundo patriarcal.

- No seas indiferente ante las injusticias de tu entorno: no permanezcas callado para proteger a un compañero, no culpabilices a las víctimas, protesta cuando detectes situaciones de abuso y violencia contra las mujeres, actúa para llevar el feminismo a tus espacios cotidianos, practica tu feminismo en todas las situaciones, y aplicalo en cada una de tus relaciones.

- No intentes liderar la causa feminista: si te unes a un grupo mixto de mujeres y hombres, intenta no ser el primero que lleve la pancarta, intenta no acaparar el espacio de diálogo, intenta apoyar en lugar de protagonizar.

- Busca tus modelos de referencia para trabajar tu masculinidad: hay muchos hombres feministas escribiendo en revistas y blogs, impartiendo charlas, haciendo vídeos y documentales, organizando jornadas y concentraciones de protesta contra la violencia machista. Están en las redes sociales, debatiendo y compartiendo información, y apoyando a las compañeras feministas.

- Conviértete en un modelo de masculinidad antipatriarcal para los hombres de tu entorno, especialmente para los más jóvenes. Se contagia a la gente con acciones y con el comportamiento, no sólo con los discursos. Siendo una referencia puedes ayudar a muchos a cuestionarse, a trabajarse, y a unirse a la causa contra la violencia machista. Necesitamos muchos como tú.

Coral Herrera Gómez

Fuente: https://haikita.blogspot.com/2018/12/que-puedes-hacer-para-acabar-con-la.html?m=1

miércoles, 8 de agosto de 2018

Conferencia sobre "Epistemología de la Desigualdad y Masculinidades"

Roberto Garda
Diplomatura de Acompañantes Comunitarios Contra la Violencia de Género.
Creo que el video puede ser útil para conocer mi crítica al concepto de masculinidades, y para comprender la propuesta que denomino "Epistemología de la desigualdad" que implica tres epistemologías: la de la opresión, la de la diversidad y/o resistencia, y la epistemología de lo nuevo. Pienso que éstas ideas pueden enriquecer teóricamente la intervención con hombres desde una perspectiva de género pero con nuevos aportes surgidos del análisis de las relaciones de poder que he observado en grupos de reflexión. Un enfoque más cercano a la diversidad y la democracia.
Creo que éste video es el primer documento que sintetiza ideas que hasta el momento no he publicado. Digamos, sintetiza como 6 años de reflexiones.

viernes, 22 de junio de 2018

Hacia la incorporación de los hombres en las políticas públicas de prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas.

Apoyado por ONU Mujeres y UNFPA
Realizado por Promundo y EME/CulturaSalud 
Patrocinado por MenEngage


En el presente informe no se busca hacer un mapa de todas las intervenciones realizadas en ALC en el campo de la prevención de la VCMN en las que participan hombres. Se trata más bien de hacer una revisión de ese tipo particular de programas para los cuales se ha hecho alguna evaluación de impacto. El objetivo aquí es proporcionar evidencia sobre los esfuerzos encaminados a prevenir y erradicar la VCMN perpetrada por hombres en la región. En particular, se describirán aquellas intervenciones en las que participan hombres y que han sido evaluadas, destacando los avances en esa línea, así como los obstáculos, los aprendizajes y los desafíos. Habida cuenta de la escasez de programas evaluados, y para enriquecer la mirada sobre los resultados de programas preventivos de VCMN que vinculan hombres realizados en la región, se han incluido también experiencias que se consideran prometedoras o innovadoras. Con ello se espera aportar al diseño de políticas y programas más efectivos en materia de prevención de la VCMN en América Latina y el Caribe, de modo que incorporen tanto la participación de los hombres en todos los niveles, como sus respectivas evaluaciones de impacto.

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martes, 1 de agosto de 2017

Un análisis del “enojo” masculino

Por Luis Botello Longgi*



El enojo es una respuesta emocional que social y culturalmente se tolera, alienta y/o espera del varón frente a diversas situaciones en las que se percibe atacado y/o amenazado, o como parte de una supuesta naturaleza masculina. Lo que nos interesa aquí es identificar aspectos de la afectividad vinculados con la construcción de género y que estarían implicados de manera significativa en la generación de escenarios asimétricos de relación.

Partimos de la tesis de que la vida emocional de los varones no está reprimida –visión arraigada en el sentido común–, ya que las emociones no permanecen “contenidas” en espera de salir, como si existieran obstáculos que las trabaran. En cambio, lo que sucede, como lo ha señalado la filósofa Olbeth Hansberg, es que las emociones están ligadas a objetos sociales y mediadas por la normativa social.

La masculinidad conforma la afectividad de manera que el mayor despliegue afectivo de los varones está ligado a objetos públicos de su entorno como el éxito, metas y logros socialmente valorados, como ha escrito Michael Kaufman. En estos espacios la afectividad se pone al servicio de una identidad de género masculina estructurada en torno a un yo exterior, activo, creador de sentidos orientados por el reconocimiento social.

Durante el proceso de interacción social, los varones despliegan lo que denomino discriminaciones emocionales pre-reflexivas, que son maniobras afectivas no intencionales que ligan la afectividad a objetos sociales. Esta ligazón no se produce al azar, está orientada por normativas masculinas. Las discriminaciones emocionales pre-reflexivas son mecanismos de desplazamiento, delegación y subyugación afectiva, que muestran que las emociones, lejos de estar “reprimidas”, se direccionan y delimitan según márgenes permitidos por relaciones de poder establecidas.

En otro nivel, los varones suelen delegar en las mujeres para que ellas sean las responsables de los escenarios afectivos íntimos (por ejemplo, la atención a la vida en pareja). En este escenario la mujer se convierte en “traductora emocional” de las emociones del varón. Cuando un varón no comparte en algún nivel comunicativo sus afectos íntimos se debe a que a través del silencio se evidencia también este tipo de economía afectiva.

continua...........

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